Antígona, de Jean Annouilh, en La Riereta Teatre

miércoles, 30 de marzo de 2011

31-03-2011, función 7: el público está pintado

Tiene derecho. Ha pagado su entrada. Y el público tiene derecho a todo. A casi todo.
  • A toser acompasadamente, rítmicamente, intercalando sus ¡cough! ¡cough! entre los silencios del texto. 
  • A quitar lentamente, cuidadosamente, el papel de un caramelo que le ayudará a calmar su garraspera, papel preferentemente de celofán [que son los que provocan un mayor chisporroteo], de una manera litúrgica [según una fórmula secreta, quizás de los sacerdotes de Tebas].
  • A bostezar sonoramente, para emular los ejercicios de calentamiento que los actores preparamos antes de salir a escena, invitando al resto de la platea a convertir ese onanismo mandibular [qué carajo, bostezar como los dioses mandan no deja de ser un mini-orgasmo] en un movimiento grupal al unísono [todos juntos, ¡uaaaaaaaahhhhhhh!].
  • A cabecear insistentemente, primero hacia atrás [llegando casi a desnucarse], luego lateralmente, de un lado a otro, para anunciar que la siguiente fase ya es un estado zen, lleno de paz y calma: la cabezadita en un teatro. Incluso hay quien colecciona cabezaditas.
  • A cuchichear burlonamente, haciendo acotaciones a cada una de las acciones del espectáculo [¡fíjate! ¡pobrecita! ¡ay!], emitiendo un sonido aparentemente imperceptible, pero que conecta con nuestras neuronas más primarias.
  • A marchar estrepitosamente, en medio del espectáculo [o mejor aún, nada más comenzar], abandonando a su merced la butaca a medio calentar, y echando desde el quicio de la puerta una última mirada retadora hacia el escenario como diciendo "ahí os quedáis".
Es justo. Y necesario. El público tiene derecho. A todo. A ser insultado [y no es un homenaje al texto de Handke, aunque podría], entrando en la ignominiosa categoría de "público pintado", que es la denominación que los actores otorgamos a la audiencia que construye paso a paso, ladrillo a ladrillo, pacientemente, un muro desafiante entre escenario y platea.

Insisto. A todo. A casi todo.

1 comentario:

  1. Al final, ¡empiezan las rebajas!
    De TODO a CASI TODO... mmmm
    Por cierto, yo reclamo el derecho de los actores a hacer de todo con el público. DE TODO. Sin rebajas. Desde el estilo Handke (una vez montamos un taller con fragmentos de "Insults al públic"; el público no lo entendió...) al estilo Disney, desde el estilo Cubana al Shakespeare Globe's Theatre Company, pasando por dónde queráis...
    Recuerdo el montaje de "Fuenteovejuna" que hizo el Aula de Teatre de la URV (y que fue el detonante para que yo quisiera hacer teatro). Anunciada a bombo y platillo la representación de esta obra de Lope de Vega en el marco de un festival de teatro clásico en la ciudad, el día de autos estaba el teatro abarrotado, lleno de señoras y señores "endiumenjats", luciendo modelos, palmitos, joyas y demás. Empieza la función y unos veinte actores ocupan el escenario, habillados con indumentaria del s.XVIII, maquillados de época, con sus sombreos y pelucas bien calados. Uno de ellos pregunta "Decidme, ¿Quién mató al comendador?" y el resto responde, todos a una: "¡Fuenteovejuna, señor!". Acto seguido, salen todos en desbandada del escenario y el público se queda esperando que vuelvan. Y vaya si esperaron! Creo que todavía hay alguien sentado en la silla esperando a que vuelvan los actores... Seguro que habrá echado alguna cabezadita!!!

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